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La amígdala de la fe... y los cerebros de canto.

Acabo de leer el primer artículo de neurología de la religión que no me ha hecho gritar en la primera página. Maldita sea. Se trata de uno de Cliff Guthrie ("Neurology, ritual and religion"), que lleva el acojonante subtítulo: "¿Estabas ahí cuando te estimularon las amigdalas?". Ha sido una genial sugerencia de Massimo Squillacciotti, a quien doy las gracias por esto y por todo (Squillacciotti viene a ser mi profesor de Antropología Cognitiva super-favorito-que-te-cagas desde hace unos meses). 

En realidad el artículo es una revisión de una vieja desconocida, la Biogenética Estructuralista. La biogenética estructuralista es el trabajo de unos chiflados que se tomaron "La estructura de los mitos" de Lévi-Strauss más en serio de lo que cabe imaginarse, y se liaron a buscar relaciones entre antinomias simbólicas y asuntos corticales (d'Aquili). Aparte de lo relativamente divertido que es el texto (que es mucho decir de un temazo así), es especialmente interesante porque expone el tipo de teorías contrarias a la de "los hechos raros y las causas invisibles". Este es más bien un enfoque de tipo: "creas o no, tienes un módulo de dios en el cerebro, chato..." (Ramachandran). Ya lo decía aquel padre jesuíta:  "hete aquí la conexión angélica". Afortunadamente no lo pone en relación con tu orientación sexual o tus cuentas bancarias, que ya es un alivio. 

Lo que más me ha gustado es que el autor, Guthrie, se ríe un poco del left-rightism, esa hipótesis que habreis oído por ahí, según la cual algunos piensan más con un hemisferio del cerebro que con otro. Esto del left-rightism casi me hace cagarla el otro día en el trabajo de campo. Estábamos un tabernáculo de ambiente casi ritual cuando la persona que dirigía la sesión nos describió lo que iba a ocurrir enseguida como: "se os van a equilibrar los hemisferios cerebrales". A veces una cosa de estas te pilla relajada y te sobreviene un amago de risa espontánea mientras el resto de la gente alrededor asiente en silencio las palabras del guía y el antropólogo, culpable, intenta gobernarse. Ya hemos comentado alguna vez que, observados con el PET, no existe diferencia entre el cerebro de los matemáticos y el de los poetas... aunque sí existe diferencia entre éstos dos y el de los músicos, todavía no sabemos por qué rayos. Aunque espero que algún día se pongan a la labor de explicar dónde tienen la conexión angélica los músicos, que de esa me voy a partir la caja que lo flipas. 

En fin, serafines, es un artículo curioso que os recomiendo. 

Una resonancia divina

Soy tan feliz de torturaros con estas cosas...

He aquí el resultado de un escáner cerebral donde se indica la localización exacta de dos ideas fundamentales en la historia de occidente: el Amor de Dios, y la Ira de Dios. Extraído vilmente del blog Lo Que importa es el Riesgo.


Sicilia, 1923... un día el Padre A, profesor de hermenéutica bíblica, historia de israel, y no sé qué más cosas que me enseñaba, pero que era aún más raras que las que ahora enseño yo... El padre A -digo- dibujó en la pizarra una especie de masa encefálica de tiza, y redondeó apasionada y febrilmente (hasta casi hacer un surco al tablero) la ubicación neuronal de la conexión angélica.

Ahora recuerdo aquello con afecto, pero si en ese momento me pinchan no sangro. Con el tiempo, sin embargo, me he ido haciendo a estas cosas y en la actualidad uno de mis deportes favoritos es demostrar que los científicos están más obsesionados con Dios que los teólogos. Lo mejor de toda esa obsesión de psicólogos, neurólogos, y algunos antropólogos cognitivos es que están convencidos de que lo religioso está relacionado con alguna función especialmente primitiva, precultural en algunos casos, como alguna forma de estupidez irracional escrita en las circunvalaciones del cerebro de reptil y cosas así (Atran, Barret, Boyer...). Ahí andan. No paran de citar a Tylor y a Frazer para sostener, escáner mediante, el tipo de cosas por las que se expulsó a Levy-Bruhl de los libros de historia de la disciplina (cosas como lo de la mentalidad mítica). Y digo yo, si la religión fuera algo cerebralmente tan primitivo ¿no la hubieran desarrollado los primates superiores hace tiempo ya? ¿No sería la fe, y no el lenguaje, lo que surgiría más tempranamente? Hala, chúpate esa chupeta.