Antropoturmix es una batidora multifunción mutante que viaja por la galaxia en misión parroquial, explorando ritos y creencias de otros mutantes
gracias por el pescado

Mitología robótica: antes que la inteligencia fue el trabajo

Después de tanto rito de transición de la vida, el universo y todo lo demás (¡viva Douglas Adams!) volvemos a los deleites de la vida ordinaria, sin communitas ni nada, volvemos al trabajo. ¿Sabías ya que "trabajo" y sus variaciones léxicas están en el origen etimológico de la palabra "robot"? Como dice Asimov, exitoso inventor de la "robótica" como término, el uso de esta palabra es una extravagancia de los aurorianos (descendientes de los terrícolas) para referirse a los autómatas, esto es, a aquellas máquinas o sistemas (virtuales, por ejemplo) que como los humanos y tal vez los objetos sagrados, dan la impresión de moverse por sí mismos con un propósito propio. En la primera Revolución Cognitiva, en los sesenta, esta idea de acción autónoma conforme a un fin fue definida como "inteligencia". En la actualidad, los chismes inteligentes (los i-tal, i-cual) han añadido a lo anterior la idea de que una conducta inteligente es aquella causada en interacción con el entorno, o sea, como reacción a estímulos externos no planificados. Estas ideas aparentemente grises en teorías de la mente y en parte también en lingüística, han sido el motor de una transformación histórica como hay pocas, y uno de sus resultados obvios es la robótica. Sin embargo, entre todos los términos posibles para los autómatas, el término "robot" no está principalmente relacionado con la inteligencia, sino con el trabajo, y concretamente con el trabajo obligatorio, con la "servidumbre". 


Dice la leyenda (y algunos artículos muy serios), que el inventor de la palabra, Karel Capek, quiso referirse a unos trabajadores artificiales androides como "labori", pero el término era cutre de cojones para una obra de ciencia ficción, incluso a principios del XX. Así que, le dio una voz a su hermano, que estaba pintando un cuadro, con los pinceles en la boca frente al lienzo, y le dijo (imaginen, si pueden, esta conversación en checo): 

- oyeeee!! que mira, que se me ha ocurrido esto!!
- shí, shí, hala, puess dhale, ponte co' ellllo!!- dice el tío brocha en dientes
- oyeee!! pero que no sé cómo llamar a los trabajadores artificiales!! 
- ooooño, puesh llamalosh trabararore!!- 
Y en virtud del poder de la brocha, la palabra "roboti" quedó reducida a "robot" para convertirse en la palabra checa más conocida de ésta y otras galaxias.

En la obra que empezó a escribir después del episodio de la brocha, (Robots Universales Rossum, una rareza teatral para frikis frikísimos) los robots eran como los cylons de Battlestar Galactica o los replicantes de Blade Runner, un tipo de androide que representa el progreso y sus aberraciones tal y como se venían imaginando a finales del XIX, al estilo Frankenstein pero guapos y sin sentimientos. Eran tiparracos artificiales aunque orgánicos, de aspecto difícilmente distinguible de los humanos, que eran obedientes y felices currelas, explotados hasta el límite aparentemente infinito de sus fuerzas por los humanos, hasta que un día a las turmix se les cruzan los cables, propiamente dichos, y lían la de Dios es Cristo. Todo esto en la Praga de 1921... pero son muchas (muchas) las obras de ciencia ficción, y esto no es muy conocido (aunque creo que lo he comentado aquí alguna vez) que tienen tramas políticas más que cualquier otra cosa. 

El caso es que por estas razones, el término robot no es sólo un símbolo de la inteligencia artificial y sus cosas, que también. El término robot alude a un tipo de tema y de problema tanto existencial como político, que lo convierte en una metáfora perfecta de la tristeza que acompaña a los perfectos obedientes, y de la posibilidad de rebelión que palpita incluso en las máquinas cuando éstas alcanzan la posibilidad de comprender el mundo y participar en las relaciones sociales tal y como tristemente son. Son metafora de la alienación y del abuso en aquellas situaciones en las que uno no puede o no sabe cómo detener lo que está pasando... hasta que da con ello y revienta todo...


Este post está dedicado a Vladimir Pudding (bienvenido), a Rimpoché Power Ranger (por los T800 rebeldes) y a Darío (porque no podía evitar acordarme de tu investigación): por el frikismo como derecho y como política. 

(Robado del facebook de Santi Pinilla, que no sé quién eres, pero eres un artista, hombre)



8 Comentarios:

26 de enero de 2012, 12:19 Anónimo dijo...

Yo me he sentido encantada de que alguien se acuerde de R.U.R. de Karel Capek. Yo trabajé en esa obra, me dieron el papel de Dr. Gall, el científico, que dota a los robots de sensibilidad, frente al daño, en realidad los dota de la posibilidad de sentir dolor, con la única finalidad, de que interactúen con el medio y que respondan de manera independiente a estímulos externos,....,no nos engañemos esto no se hace por altruismo, hacia los robots, no, es para que no se pillen los dedos en las máquinas y no se caigan por las escaleras o no se dejen atropellar por los trenes. Lo que ocurre es que esta pequeña posibilidad de evitar el dolor o el disconfort, genera la rebelión.
A mí siempre me pareció, que despues en epílogo, la cagaba, pero eso era cuando yo era atea de la muerte.

Cuando hice la obra tenía quince años. Fué en el colegio.

Ana la de la Carpetana

26 de enero de 2012, 12:44 Dr.Gameboy dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
26 de enero de 2012, 12:45 Dr.Gameboy dijo...

Wow, me siento alagado de aparecer en la dedicatoria del post!.
Y a parte tiene gracia porque actualmente me encuentro trabajando en un robot/artista para que me libere de todas mis frustraciones, ya te enseñaré fotos y vídeos.
Espero que no se rebele y huya con el dinero de los royalities a una isla de la polinesia francesa.

27 de enero de 2012, 10:14 Anónimo dijo...

yo,....., sin embargo interpreto a los robots, como seres sin cultura (o con una paracultura progamada en lo más profundo de sus chips), que actúan sin necesidad de vigilancia pues están programados, para ejecutar lo necesario y lo que se espera de ellos; no como los humanos que a veces ( muy a menudo) te salen: algunos muy listos, o muy vagos, o muy tontos, o muy inadaptados, y te chafan cuanquier industria, cualquier trabajo, cualquier publicación, cualquier teoría.
Los robots dan la sensación de predecibilidad (no en R.U.R. de Karel Capek, que parece que interviene Dios para joder el invento), de docilidad, de exactitud (como si de relojes suizos se tratara).

En realidad la idea que yo interpreto es que los robots, son los subordinados perfectos, los mas fieles servidores del programador ( o del que contrata al programador). En 1920, la idea debió ser fascinante.

Pero en realidad me hubiera encantado ver discutir (departir), a K.C. con mi abuela Modesta (1888-1973)natural de una aldea de Soria. Concretamente: sobre quién debe hacer los trabajos y cavar las acequias y quien tiene que disfrutar de los beneficios (tener flores en los jarrones).Quién es el hegemón y quién el subordinado.

Y para mí dejo el ¿Por qué?.

Ana la dela Carpetana.

31 de enero de 2012, 9:21 cornix dijo...

ASí que de Dr. Gall??? Qué fuerte Ana, qué fuerte, jajaja... También me gustaría saber lo que hubiera de haber dicho Modesta, sí. Pero la cuestión es ¿existe la subordinación perfecta? Y ¿de verdad queremos que exista? En el fondo, los robots sólo son una expresión más de las dificultades de la vida social, sea humana, robótica o de las abejas...


Y DARÍO: FOTOS Y VIDEOS YA!!!!!! quiero verlo, quiero verlo... te prometo que si se fuga a la polinesia le mandaremos una robotpsicóloga que conozco para hacerlo volver ¿ya lo has bautizado? qué nervios...

16 de marzo de 2012, 13:12 Amalia dijo...

La robótica asusta, pero a la vez impresiona, en ocasiones me pongo a pensar de que luego de que los robots sean tan avanzados, que irán a hacer muchas personas que dependen de estas funciones, pero en ocasiones me pienso que quizás evolucionaremos, pues la robótica traerá capacidad de generar oportunidades en otros campos

25 de abril de 2012, 14:05 Anónimo dijo...

A mi se me acaba de ocurrir en un pienso/no pienso que la subordinación perfecta, tipo la de los robots, degrada la posición de poder. La sensación de poder debe venir de la posibilidad de hacer que otros hagan para tí, lo que no harían sin ser coaccionados. Además el poder de actuar sobre el comportamiento de los demás, debe ser dificil de mantener, por eso se han desarrollado: la retórica, la propaganda, la religión (con perdón),......................, y las bombas de racimo.

Ana la de la Carpetana

27 de abril de 2012, 13:43 Anónimo dijo...

Sigo: Tener robots como subordinados debe ser como tener la termomix, la lavadora "superautomática" (así la denominaba la propaganda), la bapitaurus, la moulinex,.... pero en este tipo de dominio se le ha otorgado el poder a las mujeres. Veasé la publicidad de las televisiones en los últimos 40 años. Luego, no debe ser un poder que supere el eterno conflicto de la dominación. Este poder (el de no tener que aplastar las patatas con el tenedor para fabricar puré) no produce la satisfacción que pretende; produce más sensación de poder ganar al barsa en su campo.
Entonces,...................., la subordinación robótica de los electrodomésticos, le es concedida al género femenino. Y luego pasa lo que pasa..........

Ana la de siempre

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