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El decretazo festivo y el tiempo cultural

Ya me han vuelto a encontrar los periodistas, y este fin de semana me llamaron otra vez para hablar de Halloween. Creo que dije más de una chorrada, incluida no contestar a lo que me preguntan, pero la preocupación de todos los años es la misma en las tertulias radiofónicas ¿por qué celebramos una fiesta que no es tradicional? Porque las fiestas cambian, porque la tradición no es eterna, porque la cultura contemporánea ha hecho de la innovación un valor, porque la globalización es asina y porque es menos rollo que ir a misa de difuntos... por muchas más razones de las que tenemos para no celebrarlo... Sin embargo, el temazo de alcance no es tanto una fiesta concreta como la amenaza del fin de las fiestas tradicionales tal y como las conocemos, esto es, el decretazo festivo que nos prepara el gobierno de España.

Como suele ocurrir en estas cosas, tenía que ser el partido político conservador el que introdujera una transformación característicamente anti-conservación. Porque si algo así lo planteara el PSOE (que ya lo dejó caer hace tiempo), los que estarían rodeando el congreso vestirían sotana. Esto es así. Pero el partido progresista ya tenía bastante con sus medidas contrarias al progreso (cosas de la democracia electoral...) y ahora mismo el gobierno está en el despacho de Rouco Varela, negociando el fin de la tradición, en vez de negociar con los sindicatos los derechos laborales... aunque no. No, porque los sindicatos ya negociaron este año con la Patronal su propia versión de lo de ahora... País...


EL CASO

Como cresta de una ola que arrancó hace ya años, un gobierno se plantea por fin en serio hacer caso a "los empresarios" (entelequia imprecisa de la que sólo sabemos que están menos de los que son, y no son todos los que están) y este run-run que se traen diciendo que los puentes y las fiestas en días de labor "le hacen daño a la economía española" (entelequia imprecisa de la que sólo sabemos que no sabemos nada). La cuestión es que algún empresario al que las fiestas le perjudican la ganancia ha convencido al que tenía que convencer de eliminar los puentes y redistribuir las fiestas "racionalmente" para que todas caigan en viernes o lunes, y si nos ponemos chungos, en sábado todas. No obstante ya sabemos algunas excepciones significativas: 
  1. Navidad y Año Nuevo, que son un hito de toda la cristiandad, y conservarán la vigencia mientras sirvan como rito de transición calendárica de Occidente (entelequia imprecisa de la que... bla, bla...)
  2. El Pilar, día de la Hispanidad y fiesta de tufo colonial que a mucha gente nos da pelín de grima, pero que se considera intocable. Y no deja de ser interesante que la única fecha de regusto nacionalista sea la dedicada a un tótem mariano (podían haber elegido alguna antifrancesa, por ejemplo, o haberse inventado otra que cayera siempre en domingo... pero no). 
  3. La Inmaculada Concepción, alias la Purísima, que ha sido la conditio sine qua non de Monseñor Rouco. Como sabeis, el dogma de la concepción virginal de Jesús de Nazaret es el hecho contraintuitivo más característico del catolicismo en el conjunto de las teologías del mundo (porque la resurrección y los dioses hechos señores son más comunes, pero este asunto es verdaderamente chocante).
  4. El Primero de Mayo, cristianizado como San José Obrero, festividad que no han negociado porque si las dos anteriores se han considerado intocables, ésta es una concesión por el estilo, una con la que esperan que el sindicalismo rampante no organize la de Marx es Cristo. 

EL TIEMPO ASOCIAL O LAS "FECHAS DE PODER"

Decía hoy Luis Racionero (OndaCero), apóstol de la sociedad del ocio, que esto le parecía una lamentable exhibición de la incultura gubernamental que ignora el origen del tiempo festivo. Según él, en una lógica ligeramente paranormal, las fechas festivas son el equivalente temporal de los "lugares de poder" en la dimensión espacial. Por "lugares de poder" se refiere a ciertos lugares a los que se les atribuye cualidades mágicas o milagrosas para-espaciales y puso el ejemplo de las ermitas alejadas de los pueblos y carreteras, muchas de las cuales deben su construcción a estatuillas de santos y vírgenes que aparecen en los campos. Cuando estas estatuillas aparecen ("remanecimientos" que se dice en América Latina, y suena bonito), se resisten a ser trasladadas al templo parroquial del pueblo mediante el milagroso fenómeno de volverse extremadamente pesadas, con lo que nos indican que ese lugar tiene algo especial, que es un "lugar de poder". Pues lo mismo con las fiestas en el calendario.

Hace tiempo que leí su "Del paro al ocio" y lo encontré más próximo a Mircea Elíade de lo que esperaba, pero esto me ha dejado atónita. 

EL TIEMPO SOCIAL

Hasta donde me alcanza el raciocinio, los calendarios han ido cambiando. De hecho, los oficiales no son eternos, se inventaron una vez. Se inventaron, además, como uno de los rudimentos elementales de la formación de los llamados estados antiguos, o sea que concretamente éstos siempre han sido indudablemente políticos, o sea, producto de una regulación. No obstante, sí es cierto que las festividades no siempre se han relacionado con ciclos oficialmente establecidos por autoridades reguladoras. El calendario agrícola, por ejemplo, tiene su propio ciclo en cada región (conforme a sus estaciones) y es previo a sus cristalizaciones estatales. 

Todavía en nuestros calendarios actuales se aprecia al rastro del calendario agrícola (a veces solar, a veces lunar) precisamente en las fiestas. Por ejemplo, el dichoso Halloween coincide con el fin de la cosecha, la entrada del invierno, etc. Sin embargo, lo que más llama la atención no es tanto ese rastro ecológico y económico... sino el hecho de que ha sido reescrito políticamente. Por ejemplo, el dichoso día de Todos los Santos se empezó celebrando en otras fechas, pero en el siglo octavo el culto a los mártires y otros fieles difuntos se traslada al 1 y 2 de Noviembre precisamente para cristianizar los festivales de muertos paganos con motivo de la entrada del invierno y el fin de la cosecha (cosa de Gregorio III).

Aún y todo, conozco a muchas personas que celebran solsticios y equinocios con un entusiasmo pagano bastante próximo al de la creencia en la metáfora de Racionero sobre los "lugares de poder". Como partícipe de estos ritos, he observado a menudo esta creencia en la "autonomía mística" del tiempo o sus cambiantes texturas mágicas a golpe de calendario. Así por ejemplo, en el solsticio de diciembre nos juntamos para hacer todo tipo de ritos rarunos con la idea de que esa noche disfrutamos de un momento saturado de "energía". Y lo peor es que se nos cumplen los deseos que pedimos y estas cosas. Sólo que esta fecha representa, sobretodo, 1) la nostalgia de un mundo perdido de magia, nostalgia característica de un mundo lanzado irreflexivamente al futuro y la racionalización, 2) el alivio de revivir ese mundo mágico en medio de la intrascendencia cotidiana, la rutina y la futilidad de nuestras vidas, 3) cierta forma reaccionaria de afrontar esa misma futilidad sin rebelarnos contra ella, a veces al estilo Worsley: cuando no conseguimos que las cosas funcionen por la vía "normal" probamos con la "anormal", y 4) después de todo, muchos ritos de transición estacional sirven para hacer listas de propósitos que pueden animarnos más si las comprometemos con ofrendas y otras gaitas rituales. No obstante, ¿debería pararse la actividad laboral de un país a causa de la magia del tiempo?

EL TIEMPO ECONÓMICO O LAS FECHAS DE NO PODER

Supongo que en la modernidad (y sus trans, neo, post and beyond), la tradición se imagina como una inercia poderosa por sí sola, capaz de dotar al tiempo de ciertas cualidades eternas, pero esto es sólo ideología epocal. La principal forma de afrontar la insoportable levedad de lo cotidiano no son los ritos, son las vacaciones, esto es, el tiempo de descanso del trabajo. Por eso se celebraba antes el fin de la cosecha. Hoy, el trabajo es la versión contemporánea del calendario agrícola, que en última instancia es un ciclo económico. En la medida en que el trabajo industrial y comercial puede prescindir de los descansos colectivos, era cuestión de tiempo que tal cosa llegara a desaparecer. De hecho, los únicos defensores de peso en el debate del decretazo festivo son los empresarios del turismo, que han convertido el descanso de los otros en una actividad económica y por ello representan una paradoja gigante al argumento gubernamental. Más allá de esto, sólo nos queda la nostalgia tradicionalista o la mágica, pero en ambas cosas siguen siendo campeones nacionales los obispos. 

¿Debería pararse la actividad laboral de un país a causa de la magia del tiempo? En realidad, la cuestión es al revés... La magia del tiempo, el tiempo "de poder", acontece cuando el tiempo no mágico, el tiempo de "no poder", se detiene. Y esto vale igual si tienes trabajo que si no lo tienes. Estar fuera del sistema económico significa también estar fuera del calendario festivo. En efecto, es una cuestión de poder o no poder.

Y por todo lo anterior, me declaro partidaria de un calendario desordenado de fiestas sin sentido, tradicionales o nuevas.

*Quisiera dedicar este post a las cervicales de mis muchos amigos cuasi-adictos al trabajo, y muy en especial a las del Rey en el Norte.

6 Comentarios:

3 de noviembre de 2012, 5:16 Anónimo dijo...

El rey en el Norte, tiene las cervicales jodidas y alguna parte más de su anatomía; por donde yo voy leyendo (capitulo 3, tomo III).

Pero la vida nos regala con dolores de cervicales, presbicia, aumento del tamaño de la prostata y otras alegrías en la dentadura y en el pelo a medida que pasan los años que llevamos en el planeta tierra.

Lo que si me parece haber constatado es que cuantos menos grupos musculares necesitas utilizar para sobrevivir: mas poder tienes.
A saber: si utilizando un solo dedo de la mano consiguieras sobrevivir: a) eres un puto "cesar", b) eres un brocker con una conexión a internet que tiene mas "megas" que el mío, y un cerebro,....,con,...también,....,mas megas, bastantes mas.

Las fiestas calendáricas, ¡ah! las fiestas.

Ana la de la Carpetana.

7 de noviembre de 2012, 12:07 Anónimo dijo...

Decretazo es un palabro que suena a algo impuesto por una entidad: un Estado; por encima de lo social, por debajo de lo cultural, por medio de lo mediatico.

Los festejos navideños crean "comunitas" (gemeinschaf) hasta entre los fabricantes de bombas de racimo. Y estas festividades sirven a la empresa por cuanto reconoce a los individuos que trabajan para ella como parte de la misma. Pero una cosa es un patinazo cultural y otra es el patinaje artístico. Poner a cada uno en su sitio es poner a producir a los productores y a dirigir a los directores y a invertir a los inversores [lo que no sé es como queda el significante de los que trabajan por efecto de la inversión ,¿invertidos?, (expresión esta polisémica donde las haya)].
Hace unos años el profesor de geografía humana Francisco Gutierrez Contreras nos contó como el Concejo de Madrid pidió al Obispado (tal vez arzobispado, yo me pierdo en estas estructuras)la disminución de festividades locales que tenian a los buenos feligreses de romería en roimería, de festejo en festejo, de devoción en devoción desatendiendo los quehaceres y obligaciones propias de su condición.

Ana la de la Carpetana

18 de noviembre de 2012, 10:54 Anónimo dijo...

¿Que si debería pararse la actividad laboral a causa de la magia del tiempo?.
Pues claro, es la única manera de que los fabricantes de minas antipersona celebren algo, aunque sea una transición estacional, con los recolectores de la aceituna o con las empleadas de una fábrica de fajas. De hecho uno de los peligros de este sin vivir cultural, es la externalización de la producción o la subcontratación de la misma; que pone la producción de bienes y servicios en manos de: "LOS OTROS", y se rompen esos momentos de communitarismo ya sea navideño, ya sea sanjuanero que tanto bien hacen en pos de la legitimidad de las estructuras sociales.
Todo lo que escape a esta construcción son ganas de enrredar. Y por enrredar nos vá como nos vá.

No sé si nos querran quitar las libranzas navideñas y al calvo de la lotería, pero la extraordinaria ya nos la han quitado. ¿Por qué han empezado por ahí, y no por los días libres?, pues dicen algunos analístas atabiliarios, que las fiestas y el desenfreno carnabalesco son imprescindibles para que el orden social se conserve. Sinó tendría que haber un destacamento de migueletes en cada portería para controlar a la ciudadanía.

Ana la de la Carpetana

24 de noviembre de 2012, 2:28 Pacheta dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
26 de noviembre de 2012, 11:36 Anónimo dijo...

Que sí, que si el Pilar es una fiesta nacional totemico-feminoide-marianica, ahí está Santiago.
Este si que es un santo ambiguo y curioso: ¿es un apóstol cristico?, ¿es un espiritu errante?, hay quien dice que se le apareció la pilarica subida en un poyato en Zaragoza. Aquí por algo como eso se construye un templo grande grandiisimo.

Este santo yo creo que se ha quedado sin canonizar por un problema semantico; como su nombre empieza por San... pues se ha dado por supuesto su entronizamiento celestial y se ha obviado el ceremonial litúrgico que le hubiera llevado a ser san Santiago, como lo fueron San Juan o San Lucas (sus paisanos).

Algo parecido le debió pasar a Sandokan.


Ana la de la Carpetana

La mezcla de

28 de noviembre de 2012, 13:41 Anónimo dijo...

Reflexiones Carpetovetónicas:

Le rezamos a la Virgen, y aun le ponemos velones, para que nuestro hijo o ahijado apruebe las oposiciones a policia municipal o a procurador si es el caso. Y esperamos que la Virgen se encargue de dejar fuera a cualquier listillo o estudioso que se lo haya preparado mejor o incluso que se lo mereciese mas, pero estuviera menos rezado que nuestro recomendado.

Yo no sé que hace la Virgen en estos casos pero visto como está el colegio de procuradores e imaginandome el resto de los cargos públicos, tengo que reconocer que se ha pasado. Quizá deba instituirse una especialización, una advocación específica, como Nuestra Señora de la Prevaricación, para salvar el Olimpo Sacrofamiliar (Pater-Filius & S.S). Amén

Ana la de la Carpetana

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