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Bélmez affairs: misterio y tristeza

Salgo de clase estupefacta. Hoy tocaba la religión como modo de pensamiento. Estoy sufriendo un poco porque mis estudiantes no conocen mucho las Etnografías Ejemplares del repertorio antropológico y cuesta un poco poner ejemplos efectivos sobre baloma, pertiajá o graneros nuer, que para mi son como el sentido de la vida mismo... El caso es que hoy se me ha ocurrido lanzarme a por ellos usando el repertorio clásico de la parapsicología nacional. E iba yo a poner un ejemplo facilito refiriéndome a Bélmez, alfa y omega de la paraciencia patria, portal cósmico de rollos raros que lo flipas, bien documentado, serio y el caso de teleplastias más famoso, estudiado y complejo del mundo mundial. Pero sólo siete personas sabían de qué iba la cosa. Injustificable.

El caso Bélmez tiene una historia compleja y antropológicamente interesantísima. En los años 60 salió en la prensa franquista la noticia de la aparición sospechosa de unas caras en la pared de una casa en el pueblo que pone nombre al caso, en Jaén. Una casa humilde, de una mujer humilde y extraordinariamente tímida, cuya vida cambió para siempre con el episodio de sus caras. El caso se hizo muy famoso porque, aparte de lo impresionante de las figuras, la prensa franquista enseguida denunció el caso como una farsa y ello trajo consigo una de las más exhaustivas investigaciones científicas a cargo de la policía. Cerraron la casa, la precintaron, echaron a la mujer, custodiaron el edificio de día y de noche durante dos o tres meses, y cuando la policía, los químicos y no sé cuántos científicos más entraron de nuevo para certificar el fraude paranormal se cagaron en los pantalones de lo que se encontraron. Las caras no sólo no se habían ido, sino que había muchas más.

Así se produjo uno de los pocos casos de certificación oficial de un fenómeno paranormal que existen en nuestro país. Fueron a documentar una cosa y terminaron documentando abundantemente la otra. La publicidad, el interés de la esposa de Franco en relacionarlo con asuntos marianos, la terquedad de los hechos contraintuitivos persistiendo en su acojonante proliferación, atrajeron a miles de científicos y paracientíficos de otros países. Bélmez se convirtió en una romería. A aquella mujer le acusaron de estarse haciendo de oro con aquello mientras la gente del pueblo murmuraba y su familia la rechazaba. Y ella siempre silenciosa seguía abriendo la puerta a los visitantes. Algunos generosos. Y otros de los que sólo querían comprobar si era verdad que cobraba. Y no lo era. Después cerraba la casa y se quedaba a solas con sus rostros fantasmales. Y a solas con la soledad de las acusaciones. Y a solas con la amargura de la soledad.

Años más tarde, pasaron por allí dos periodistas que hoy son muy famosos y que dieron a aquella mujer el respeto y la paz de saber un poco de lo que aquello significaba.Iker Jiménez y Luis Mariano Fernández. Ellos descubrieron, o así se ha llegado a asumir, y desde luego la protagonista de la historia así lo asumió... descubrieron a quién pertenecían los rostros. Las historias periodísticas fueron pasando. Los monográficos de radio, de tele, los reportajes de revistas, de prensa diaria, las webs de internét. Y cuando María, que así se llamaba, murió, todo el pueblo efervescía de curiosidad ¿desaparecerán las caras? Pero aparecieron más. Y entre ellas la de María. En otras casas.

Hace poco ha vuelto a salir esto en la prensa porque uno de los efectos de la efervescencia colectiva es que todo el mundo se apunta al carro cuando tira. Así que, para desgracia de la memoria de todos los que alguna vez tomaron esto en serio, aunque sea por humanidad y no sólo por fe, ahora sí que se ha encontrado un fraude. O eso dicen. Sin embargo, lo que una vez fue el caso Bélmez no merece ser tratado con desprecio. Ni siquiera con indiferencia. Es un episodio memorable de nuestra historia cultural. Imprescindible para conocer cómo se introdujeron en España las ideas sobre los hechos paranormales en la cultura popular. Imprescindible para estudiar el cambio en las ideas colectivas acerca de la causación sobrenatural. Imprescindible como el primer gran Expediente X de la policía española. Imprescindible porque estimuló el contacto de los investigadores nacionales con ideas y técnicas de fuera en un momento de escaso contacto exterior. Imprescindible porque es un gran ejemplo de frontera entre lo que podemos creer y lo que podemos ver.

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