Una de las variedades más interesantes de la Experiencia Religiosa, infravalorada por James, Otto, Elíade y más... es La Blasfemia. Recuerdo con cierto cariño cuando llegué a ese lugar de la Mancha que todo el mundo sabe y tuve uno de los choques culturales más gilipollescos y a pesar de todo interesantes para mi investigación. Resulta que yo era la única mujer que decía palabrotas. Y vaya si las decía. A decir verdad, y aunque tuve que aprender a bajar el tono, "jurar en hebreo" es una de mis formas de meditación cotidiana. Ni Osho ni su puta madre.
Allá en la Mancha Grande, allá donde vivíaaaa... lo más blasfemo que se oía en días de diario era una referencia apocada al Copón, que en mi extensa socialización en la blasfemia era como un juramento de la Barbie. Pero era blasfemia, claro, mencionar el cáliz a modo de exabrupto es blasfemar. Después escribí sobre esto y creo que era tan raro verlo por escrito que quienes lo leyeron lo recuerdan bien. Conté que sólo los hombres usaban la expresión ¡ostias! como exclamación. Conté que en todo mi trabajo de campo no oí a nadie, hombre, mujer, animal o cosa, que ante mi pronunciara un Cagüen Dios en condiciones. Nunca. Jamás. Y sigo impresionada.
Sigo impresionada porque, después de todo, mi socialización y mi forma de expresar afecto en la vida privada se parece mucho más a esto que os dejo por aquí... No asustarse...
Sigo impresionada porque, después de todo, mi socialización y mi forma de expresar afecto en la vida privada se parece mucho más a esto que os dejo por aquí... No asustarse...
Aunque resulte irrisorio visto desde fuera, yo he crecido en un lugar en el que adultos responsables que se reconocen con respeto y afecto se saludan con una escalada de groserías y perfecta naturalidad. A decir verdad, yo no supe hasta muy mayor que dentro de la iglesia no se podían decir cosas como "me cagüen San Pedro bendito", que fue una de mis primeras blasfemias infantiles, o que la mayoría de expresiones que nos enseñan de pequeños son también tacos y blasfemias rebajados de tono (jopé, jolín, cagüendiez...). Y ya cuando empecé a interesarme por esto como tema de estudio también comprendí, como enseña Manolo Delgado, que nuestra cultura blasfema es además particularmente escatológica y guarreta, pues no nos conformamos sólo, como en el resto de Europa, con mencionar a los santos, las vírgenes, Cristo, el Copón, la Ostia, etc. sino que además tenemos que defecar encima.
Visto con conocimiento y teoría es, en realidad, maravilloso, una revelación, un privilegio. Es maravilloso porque cada vez que leo a algún cretino afirmar sandeces sobre lo sagrado y lo profano me da risa, y un achaque de ese blasfemar espontáneo de mi etnia. Ejemplo:
- "La dicotomía radical entre lo sagrado y lo profano, característica de Occidente..."
- ...jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaarrrrrrrrllll... ¿¿¿Pero qué dicotomíaaa, cagüen dios???
Visto con conocimiento y teoría es, en realidad, maravilloso, una revelación, un privilegio. Es maravilloso porque cada vez que leo a algún cretino afirmar sandeces sobre lo sagrado y lo profano me da risa, y un achaque de ese blasfemar espontáneo de mi etnia. Ejemplo:
- "La dicotomía radical entre lo sagrado y lo profano, característica de Occidente..."
- ...jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaarrrrrrrrllll... ¿¿¿Pero qué dicotomíaaa, cagüen dios???
Es necesario recabar más información sobre este asunto de la blasfemia en diferentes culturas.
Muerte a la dicotomía sagrado/profano.
comenta esto
Publicar un comentario