Nunca me han hecho especial gracia las caricaturas religiosas de Charlie Hebdo. Por soeces, por machistas, por homófobas, por intelectualmente groseras en el fondo y en la forma, y porque uno requiere compartir el gusto por machacar al prójimo para entrar en comunión con ese tipo de humor, en el que parte de la gracia es ver la cara del pardillo del que te ríes. Sin embargo, esta semana, este mes, este año... son la semana, el mes y el año en el que la humillación grosera del prójimo es políticamente correcta. Es más, es el colmo de la grandeza moral, de la superioridad de la civilización sobre la barbarie, el síntoma exquisito de la tolerancia, la apoteosis de la convivencia pacífica... Pero ¿de verdad que ofender deliberadamente a la gente nos lo estamos tomando como la medicina de la convivencia?!!
Yo no soy Charlie... #JeSuisAhmed
La sacralización de Charlie Hebdo está teniendo el efecto de convertir en blasfemia cualquier crítica a la publicación. A mi me encanta el humor religioso (por si no se había notado), pero no ése en particular, por portadas como éstas...